Repara tu pelo
En cuanto llega el verano, todas nos ponemos a hablar del daño que se produce en el pelo. La combinación de sol, cloro o salitre y brisa marina efectivamente es un cóctel de lo más destructor. Pero pocas hablamos del frío, la calefacción y los secadores, que en invierno tienen su aquel: sin las medidas de prevención adecuadas pueden dejar tu melena apagada, sin nervio o con aspecto pajizo (áspero y mate). Si es tu caso, sigue leyendo. Encontrarás un arsenal de tratamientos para acabar con estos efectos secundarios. “¿No cambiamos de tratamiento facial de estación en estación? Pues deberíamos hacer lo mismo para el pelo”, asegura Jeni Thomas, científica de P&G.
Dale brillo por un tubo
“Cuando el pelo está seco, la cutícula se levanta y hace que no refleje la luz de manera uniforme. Es la causa de la pérdida de brillo”, comenta Charles Baker Strahan, estilista de las estrellas. Y si has utilizado el mismo champú que en las épocas cálidas en las que el cuero cabelludo suda más, habrás agravado el problema: “los champús purificantes y los específicos para el pelo graso eliminan la grasa natural del pelo, que es la que ayuda a mantener la cutícula lisa”, asegura Strahan.
Sube el volumen
Escierto que a muchas de nosotras nos preocupa la humedad cuando estamos junto al mar porque el pelo se hincha y encrespa. “Pero la falta de humedad tampoco es buena: hace que el pelo se aplaste y parezca sin vida”, cuenta Ammon Carver, director artístico de Matrix. ¡Recurre a los voluminizadores!
Devuélvele la suavidad
Al igual que el brillo, la textura del cabello está íntimamente ligada a la hidratación y nutrición. “Las escamas levantadas (cutícula) no sólo hacen que la fibra se vea mate sino que también provoca que sea áspera al tacto”, añade Straham. Y los materiales de los que está hecha la ropa de abrigo (los gorros, jerséis y chaquetones de cuello alto), incrementan la sequedad y por tanto, el problema. Y es que “la lana y otras fibras semejantes absorben la grasa natural del cabello”, advierte el estilista.
Renueva el tono
No sólo el sol del verano es enemigo del color, los daños externos (la sequedad y la calefacción a las que ya nos hemos referido) pueden hacer que abusemos de champús y mascarillas. Los que no son específicos eliminan suciedad y color, y ciertos activos de las mascarillas, acondicionadores o sueros tienen que hacerse un hueco para penetrar en la fibra. ¿Cómo? Sacando los pigmentos que el tinte tanto ha luchado por fijar. Esto se traduce en que el tono se apaga, pierde sus reflejos y, por supuesto, el brillo.